Hacia El Primer Encuentro Mundial de Ignorares

lunes, 25 de octubre de 2010

TREMENDO GUAGUANCO

En la conferencia por la solución de todos los problemas de los países del tercer mundo, convocada con carácter de urgencia, los señores presidentes de todas las repúblicas añejamente constituidas, se presentaron formalmente vestidos con sus levitas de ocasión en el salón de los catorce soles.

Todos en perfecta formación y con un pulcro respeto por el protocolo establecido se fueron abrazando seriamente, hasta una hora después, cuando a los fotógrafos le dolían los dedos y párpados de disparar y enfocar imágenes que al día siguiente se proyectarían a todos los rincones del planeta como demostración palpable del gran esfuerzo realizado por los homólogos gobernantes.

Ya sentados, pidieron a sus respectivos maestros de ceremonia que les pasaran un par de lágrimas colocadas en un brillantísimo plato que para el evento fue traído especialmente desde la basílica de San Pedro, prestado por el Papa, quien con este gesto quiso demostrar que estaba dispuesto a colaborar en la solución de los problemas.

Cumplida la formalidad del acto los señores presidentes se colocaron las lágrimas en ambos ojos y todos lloraron al unísono por los pueblos que regía cada uno de los otros presidentes hasta que cansados de ofrecer declaraciones a la prensa de las bondades de los gobiernos que cada uno de ellos presidía, se dirigieron a otro salón donde brindaron, austeramente, con un millón de botellas del mejor whisky y, treinta y ocho gandolas de pasapalos traídos desde distintos parajes de la tierra, como un aporte de los pueblos del tercer mundo a sus abnegados gobernantes quienes departieron felices hasta el amanecer.

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