Hacia El Primer Encuentro Mundial de Ignorares

lunes, 25 de octubre de 2010

EL LOBO Y LA CAPERUZA

El día en que por intermedio de los télex, se pidió trasmitir al mundo entero la historia de la Caperucita Roja y el Lobo Feroz, los grandes consorcios madereros descansaron en paz, porque supuestamente ya nadie pondría coto al destrozo masivo de los bosques y reservas arbóreas en todo el planeta. Pero es mi deber como cronista presentar a ustedes la verdadera y descarnada historia de la Caperucita Roja y el Lobo Feroz.

Sucedió que en un bosque de este amado planeta vivía en perfecta armonía con la naturaleza, un joven lobo atlético y hermoso; su vida transcurría en la cotidianidad sorprendente de quien está seguro que todos los días serán nuevos y que siempre habrá un porqué para la alegría.

Precisamente en uno de esos días apareció en el bosque una mujer de edad indescifrable, carnes todavía duras y deseos de seguir viviendo. Esta se encontró con el lobo y sin mediar muchas palabras decidieron juntar sus soledades comprometiéndose con la vida. Después construyeron un rancho y se dedicaron a vivir como ellos mandaban.

Tomando en cuenta todas las crónicas anteriores, que se sepa, nunca antes hubo amor tan ruidoso y alegre en aquellos bosques como el que existió entre el lobo y aquella mujer, que años más tarde sería dada a conocer por la historia oficial como «La Abuelita». En sus días de lujuria, ella adoró su miembro en cuerpo entero y como dijera la poeta en su verso, lo comparó con una torre erizada en donde se podían posar las águilas y él admiró su sabia vagina de mil batallas.

Todo marchó a ese compás, a veces presuroso a veces lento, que suele marcar la vida de los enamorados.

Hasta que un día se presentó, plantada en sus 17 años la hermosísima María Rojas, mejor conocida en la historia como la Caperucita.

Esta se enamoró del lobo desde el preciso instante en que lo vio desnudo del ombligo hacia arriba, mientras este plantaba unos palos de yuca en el conuco. bastaron pocos saludos y miradas para que el lobo también se enamorara. Sin entender el porqué ni el cuando y en su contradicción se dio a vagar por el bosque sin rumbo fijo consumiéndole un deseo conocido; así permaneció insomne durante mucho tiempo. María, quien hasta ese momento se condujo por los caminos de la moral y las buenas costumbres, aprendidas en cientos de visitas a la iglesia, se transformó en otro ser; sus sueños dejaron de ser horribles pesadillas de diablos y dioses en eterna batalla para transformarse en hermosos pasajes de vida lujuriosa con el lobo. Lo sentía en su cuerpo poseyéndola toda, en una suprema orgía de poros juntándose y separándose interminablemente. Lo veía llegar desnudo del ombligo hacia arriba y entonces sin ningún asomo de vergüenza lo desvestía totalmente para extasiada contemplarlo en su exacta magnitud, después ella se dejaba despojar de sus pocas prendas para iniciar en medio del bosque una tormentosa batalla que sólo concluía al amanecer cuando por fuerza de la costumbre debía despertar. Así fue el inicio de los amores entre el lobo y la caperuza; sueños e ilusiones. Para ninguno de los tres fue fácil enfrentar la situación, pero por la sabiduría que da la experiencia, la abuela se dio cuenta de todo y habló con el lobo; este le contó lo que pasaba, y ella comprensiva le paso la mano, tiernamente por su pelambre y le dijo que no había problema, que ella entendía, que tal vez si ella tuviera otra edad... pero que todo estaba bien así y le explicó que la felicidad en cosas del amor no era eterna ni lineal como no lo era la vida, y que ella le daba las gracias por los ratos felices, después retozaron toda la noche pasando revista al pasado, sintiendo que nada había terminado y sí que algo distinto y hermoso comenzaba.

Hasta ese momento, esta historia no hubiera sido mas que un vulgar culebrón de la televisión a no ser por la aparición en escena de un personaje funesto que la historia oficial lo hizo pasar por leñador y que no era mas que el dueño de uno de esos consorcios internacionales dedicados a convertir en desierto todos los bosques de la tierra por el sólo afán de lucro.

Primero midieron todo, lo analizaron meticulosamente, precisaron las ganancias y pérdidas por segundos, días y años, después esgrimieron los sacrosantos derechos de la propiedad sobre la tierra, luego trajeron sus cuadrillas y sus máquinas y el bosque se inundó de ruidos extraños, y los ríos y los lagos dejaron de ser y el hambre se apoderó del bosque en nombre del progreso, hasta que el lobo no soportó más y decidió organizar a los hambrientos lobos y demás animales del bosque. Elaboraron peticiones esgrimiendo el derecho a vivir, fueron en comisiones hasta el gobierno central, pero nadie hizo caso, porque todos chupaban de la misma teta y sólo se acordaban del lobo en épocas de repartición del poder; es decir las elecciones, en esos días el lobo era transformado en «sacrificado productor de la patria», «pieza importante de la nacionalidad» «valeroso guerrero de la independencia, la democracia y la historia patria»… Y lo que parecía un derecho se transformaba en un deber «debes votar». Después vino lo del saboteo, el lobo se internó en lo más profundo del bosque y desde allí empezó a conducir las operaciones, las máquinas se descomponían, los obreros se paraban, los aserraderos se incendiaban y no había forma de cortar los árboles en paz.

Ante esta situación, los grandes consorcios organizaron (para justificar la muerte del lobo) sus campañas de desprestigio por los medios de comunicación que a la postre, también les pertenecían al igual que el gobierno y las iglesias y los congresos y las morales y las filosofías y las aguas y los burdeles. Tronaron por todo el mundo los anatemas contra el lobo «el lobo come niños», «hace jabón con los viejitos», «es ateo», «vive con dos mujeres», «está contra la moral y las buenas costumbres», «es incestuoso», «comunista», «subversivo», «encapuchado», «rebelde», «sandinista», «revulsivo», «Fidel Castro», «chavista», «ruso», «quiere acabar con la bella civilización occidental y cristiana», «es flojo», «poeta», «narcoguerrillero», en fin por el bien de nuestros eternísimos y sacrosantos intereses debe ser exterminado. Se elaboraron cientos de leyes, se esclavizaron miles y miles de lobos, se pronunciaron interminables discursos, justificándolo todo, se le pagaron a todas las eminencias grises para que describieran todas las bondades de nuestro amadísimo sistema, torturaron y asesinaron tantos lobos como fue posible, se diseñaron las más sofisticadas armas de guerra, se inventó la bomba atómica y los asustados gobiernos de la tierra llenaron hasta reventar sus arsenales de armas nucleares todas contra el lobo en nombre de dios y el capital. Mientras tanto, por los bosques, hambrientos, andrajosos, terribles y hermosos andan una legión de lobos y caperuzas predicando la buena nueva de un día feliz para todos.

Lo demás es el resumen de la historia oficial que ya todos conocemos.

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